Un Stradivarius para La Habana

Novedades locales, 15.11.2022

La noche del jueves 10 de noviembre fue esperada por los muchos habaneros pendientes del acontecimiento que es, este año, el Festival Habana Clásica. En su IV edición, Habana Clásica se reinventa y, gracias a la colaboración de muchas manos pendientes, las que incluyen al Gabinete de Patrimonio Musical Esteban Salas, a la Embajada de Suiza en Cuba, donante líder de la presente edición y, claro, al excelente Marcos Madrigal, su Director artístico, llena a La Habana de eventos sin precedentes. La Basílica Menor del Convento San Francisco de Asís, llena como nunca, fue testigo de uno de estos momentos especiales. 

Stradivarius para La Habana
Stradivarius para La Habana © Habana Clásica

Hasta el escenario llegó Linus Roth, violinista alemán de excepcionales formas. Habitual de las grandes Orquestas de Europa y Estados Unidos, pedagogo, fiel defensor de compositores injustamente olvidados por la historia, Linus, como un ángel germano que posó par de días en La Habana, nos trajo un Stradivarius de 1703 bautizado como “Dancla”, por pertenecer tres décadas a Charles Dancla, quien justamente fuera maestro de Brindis de Sala, nuestro Rey de las Octavas, con quien el violín pudo coincidir en el mismo espacio y, casi dos siglos después, llegarnos incólume hasta La Habana, para más honores a su memoria.

Estaba prevista la sala llena. El comentario de un acontecimiento especial llevaba días rondando La Habana. Linus se acompaña al piano de Marcos Madrigal, nada menos, bajo el halo de una luz roja, muy operática, y abre con un discurso, en perfecto español, para agradecer la sala llena y las bondades cubanas.

Pronto suena Brahms, Sonata No. 3 Opus 108, en re menor, tonalidad que raramente usaba el alemán para no entrar en la imponente sombra de la Novena Sinfonía de Beethoven. La última de las tres obras de Brahms para piano y violín, la más musculosa del conjunto. Ideal para el piano de Marcos Madrigal, que acompaña a Linus de forma magistral, en su propio espacio protagónico.

Cuatro movimientos y el público dan vida a la Basílica, de pie, ovaciones abrumadoras. El público cubano no es versado en música de academia, pero sí en sensibilidades y agradece la presencia estética de lo nuevo.  

La sala se prepara y las emociones se asientan. Al escenario, Daiana García y su Orquesta de Cámara de La Habana. Debo decir que, fuera de los tecnicismos musicales y literarios adecuados, La Orquesta de Cámara, un espacio fervientemente femenino, ha acompañado los conciertos más bellos que han atravesado el auditorio cubano y es un honor ver a la Maestra Daiana, con la fuerza que invoca su feminidad, brillar de espaldas en el escenario.

Tocan a Mendelssohn esta vez, Concierto para violín y orquesta de cuerdas, uno de los conciertos para violín más interpretados de todos los tiempos. En cadencia perfecta, la Orquesta, junto a Marcos, ceden espacio a Linus, como entregando la música.

De Mendelssohn a Antonio Bazzini, un italiano que acerca la música a nuestra latinidad. La Ronde des Lutins, Danza de duendes, como sería su traducción al español, un Scherzo fantástico para cerrar la noche con tonalidades alegres. Los arpegios rebotados y la velocidad de Linus Roth al violín dejan sin habla al auditorio que, culminada la última melodía, no palidece ante el agradecimiento. La Basílica Menor abarrotada, de pie, muestra toda su aprobación al violinista que ha cumplido las expectativas, con creces, ante los oídos curiosos del público cubano.

Músicos muy interesantes han pasado por nuestros escenarios gracias al mérito que nos ha legado el Arte cubano, convirtiéndonos en capital obligada en El Caribe, pero este concierto quedará en nuestra memoria por largo tiempo. Más de un llanto se vio en la sala, hasta los Maestros presentes dejaron sus sillas, para aplaudir.

Noviembre ha llegado a nuestro país como un aliciente, lleno de virtuosismo y buena música. Amigos que se acercan al Festival y entregan al público lo que merece, noches memorables, melodías antiguas y un Stradivarius, con algo de Cuba, que suena ante nosotros.   

Linus Roth toca en el violín Stradivarius “Dancla” de 1703 – un generoso prestamo de la Fundación de Música de la L-Bank Baden-Württemberg.