Por otro lado, estaba claro que mitigar el riesgo de inversión, en última instancia, requería una mejora de las condiciones de gobernabilidad a nivel local, tales como mejores registros de las tierras, el reconocimiento de los derechos consuetudinarios sobre la tierra, etc. Esto abarcaba mucho más de lo que un único inversionista se plantearía analizar detenidamente. Por lo que, para mí, el reto consistía en diseñar una nueva manera de ver las prioridades de los países y formular recomendaciones estratégicas para las empresas, que fueran más allá de la típica agenda de responsabilidad social empresarial, para ayudar a mejorar los problemas sistémicos que están frenando el desarrollo incluyente en muchos países. Desde entonces, hemos ido presentando una agenda muy estratégica.
¿Puede contarnos algún caso que sea ejemplo de éxito?
El Índice de Seguridad de la Tierra de 2016 aborda el urgente desafío mundial del agotamiento de los acuíferos transfronterizos, los cuales contienen más del 90% de las reservas de agua dulce del planeta y carecen de sistemas de gobernanza establecidos para gestionarlas. Los acuíferos están sobreexplotados y se están contaminando a un ritmo alarmante. En el informe mostramos por qué esto conlleva un enorme riesgo sistémico para las empresas mundiales y proponemos una solución práctica para que las empresas compartan la información que poseen sobre los acuíferos con los organismos públicos, con el fin de acelerar el proceso de hidrodiplomacia y cooperación.
Diseñamos y llevamos a cabo un taller con la COSUDE en el que participaron empresas y legisladores para debatir a este respecto, y hemos ayudado a establecer una relación de cooperación entre una destacada empresa mundial e instancias normativas mundiales. Más allá de este caso concreto, otros actores clave que trabajan en el ámbito del agua y algunas redes de empresas han seguido este ejemplo. Este caso muestra las modalidades de cooperación intersectorial que se requieren para hacer frente a los desafíos de desarrollo del siglo XXI.
¿Cuáles son los proyectos previstos en colaboración con la COSUDE y con el ESG en general?
Estamos muy ilusionados con nuestro trabajo con la COSUDE, que es una agencia de cooperación al desarrollo muy innovadora que busca generar cambios sistémicos. Hace poco llevamos a cabo con la COSUDE un proyecto sobre el desplazamiento forzoso a nivel mundial y el papel que puede desempeñar el sector privado al cooperar con los gobiernos para ofrecer crecimiento y soluciones industriales sostenibles. Nos centramos en el caso de Jordania, en Oriente Medio. Fue fantástico ver cómo la comunidad internacional usaba nuestro trabajo de forma tan estratégica. Hay una gran necesidad de mejorar los modelos de participación del sector privado en la consecución de los objetivos de desarrollo, especialmente en el marco de la Agenda 2030.
Es preciso que alcancemos el siguiente nivel en la cooperación público-privada para centrarnos en problemas sistémicos, a medida que aumentan la presión que ejercen los conflictos por los recursos, los derechos humanos, la demografía y el medio ambiente. Hemos cosechado grandes éxitos tendiendo puentes entre los intereses de los sectores empresarial y financiero y de los gobiernos en cuanto a soluciones sostenibles en países como la India e Indonesia. Es necesario reforzar la capacidad de asociación para resolver problemas a nivel nacional y, al mismo tiempo, construir una nueva estructura mundial que permita que el desarrollo y la diplomacia empresarial converjan en intereses comunes.