Varias personas se protegen tumbadas detrás de un muro.
Cerca de 1500 millones de personas viven en países donde la violencia es el pan de cada día. © Laif/Redux-Stephen Ferry (Honduras, 2009)

La Organización de Cooperación y Desarrollo Económicos define la fragilidad como la combinación de una exposición al riesgo y de una capacidad insuficiente por parte de un Estado, un sistema o una comunidad para gestionar, asumir o mitigar dichos riesgos. La fragilidad se considera generalmente en sus dimensiones económica, ambiental, política, social y de seguridad.

A nivel internacional se reconoce que los países con instituciones estatales débiles o inestables, y cuya población sufre diariamente la pobreza extrema, la violencia, la corrupción y la arbitrariedad política, son clasificados como frágiles. Las estructuras estatales no pueden o no quieren garantizar las funciones básicas del Estado en el ámbito de la seguridad, del Estado de derecho y de los servicios públicos. En estos países, a menudo, no existe una relación constructiva entre las autoridades y la población.

Un obstáculo en la lucha contra la pobreza

La fragilidad de un Estado constituye uno de los mayores obstáculos para una reducción eficaz y sostenible de la pobreza. Actualmente hay en el mundo más de 40 Estados frágiles. Cerca de 1500 millones de personas viven en países y regiones frágiles, y suelen figurar entre las más pobres del mundo. A menudo, esas personas sufren, por un lado, la pobreza y, por otro, las consecuencias de los conflictos violentos.

En la última década, la comunidad internacional ha duplicado su apoyo financiero a los Estados frágiles. Los países donantes han reconocido que un entorno frágil o marcado por los conflictos puede tener consecuencias nefastas sobre la lucha contra la pobreza y la inseguridad en los países afectados.

Pobreza, violencia y fragilidad: un círculo vicioso

Según el Banco Mundial, los Estados frágiles presentan unas tasas de desnutrición y mortalidad infantiles que duplican a las de otros países en desarrollo. Del mismo modo, el porcentaje de niños no escolarizados y el de personas sin acceso a agua potable son respectivamente tres y dos veces superiores en los Estados frágiles.

La fragilidad, la pobreza y la violencia se refuerzan mutuamente. En estructuras estatales débiles, a menudo se produce una escalada del conflicto debido a que ya no se pueden garantizar los servicios sociales, económicos y jurídicos básicos, ni la seguridad. La creación de instituciones legítimas y el desarrollo de una sociedad civil activa pueden contribuir a romper este círculo vicioso.

Los Pioneros para sociedades pacíficas, justas e inclusivas

Al formular la Agenda 2030 para el desarrollo sostenible, los líderes mundiales expresaron su determinación de «fomentar sociedades pacíficas, justas e inclusivas, libres del miedo y la violencia». Se marcaron objetivos ambiciosos para reducir la violencia en todos los países, garantizar el acceso a la justicia para todos y crear instituciones eficaces, transparentes e inclusivas.

Suiza forma parte de un grupo de Estados miembros de las Naciones Unidas, organizaciones y alianzas internacionales, y otras partes interesadas, conocido como «Los pioneros para sociedades pacíficas, justas e inclusivas», que se dedica a acelerar el logro del objetivo 16 mediante mejoras significativas en la paz, la justicia y la inclusión.