Los conflictos, la violencia y las violaciones de los derechos humanos constituyen los mayores desafíos en la lucha contra la pobreza y contra la fragilidad en general. La fragilidad de un Estado se caracteriza por la incapacidad del gobierno para garantizar la seguridad de los ciudadanos y de proporcionar los servicios públicos básicos, así como por la ausencia de una relación constructiva entre el gobierno y la población.
Más de 40 países del mundo, en los que viven 1500 millones de personas, se encuentran en situación de fragilidad o están afectados por la violencia o por un conflicto. Para 2030, más del 80% de los pobres del mundo podrían vivir en contextos frágiles si no se toma ya ninguna medida más concertada.
La fragilidad es una importante amenaza para el logro de los objetivos de la Agenda 2030 para el desarrollo sostenible. Para luchar contra la fragilidad es preciso tener en cuenta todos sus matices y desarrollar formas de trabajar adaptadas a cada contexto, valorando los problemas existentes en su conjunto, incluidos los más delicados.