Cerca de 300 000 m3 de reservas de agua almacenada y más de 22 000 hectáreas (220 km2) de bosque bajo manejo forestal: esas cifras astronómicas reflejan la seriedad con que miles de pequeños agricultores y aldeanos nicaragüenses han aprendido las técnicas de prevención de desastres, entre finales de 2014 y principios de 2017.
Durante ese período, la COSUDE contribuyó a un proyecto del Banco Interamericano de Desarrollo, gracias al cual casi 5.000 agricultores de dos cuencas del norte de Nicaragua –Río Viejo y el Lago de Apanás – han tomado plena conciencia de lo que implica el cambio climático. Sus efectos pueden apreciarse desde hace varios años en las laderas de las montañas del país. En las tierras altas es frecuente que, tras los períodos de sequía intensa, caigan lluvias torrenciales que provocan deslizamientos de tierra mortales, o, al menos, devastadores para los cultivos.
Compensación por las actividades de ordenación de los recursos naturales
Los agricultores no solo se han dado cuenta de la urgencia de la situación, sino que también han tomado medidas concretas implicándose en las actividades de ordenamiento ción del suelo, cultivando variedades resistentes de la planta de café, reforestando, e incluso participando en la construcción de embalses de agua.
A cambio de su trabajo y su compromiso con la protección del medio ambiente, los agricultores recibían del Ministerio del Ambiente y los Recursos Naturales de Nicaragua incentivos financieros que podían llegar hasta los 800 dólares estadounidenses. Los beneficiarios utilizaron las compensaciones recibidas para comprar plantas, herramientas o fertilizantes.
Para el final del proyecto, muchos agricultores habían abandonado ciertas prácticas agrícolas que resultaban peligrosas desde el punto de vista de la erosión del suelo. Los propios agricultores se dieron cuenta de que las nuevas tecnologías agrícolas recomendadas podían disparar su producción. Una encuesta llevada a cabo en una muestra de más de mil hogares reveló que, en cada explotación agrícola, los ingresos anuales habían aumentado en un promedio de 200 dólares por hectárea cultivada. Las pérdidas de cosechas provocadas por la sequía, por su parte, se habían reducido en un 6%, coincidiendo con el aumento en un tercio del número de hogares conectados a un sistema de cosecha de aguas.
Todos estos resultados alentadores demuestran que una gestión sostenible y precavida de los recursos naturales, en la mayoría de casos, es compatible con los intereses económicos de los pequeños agricultores e incluso beneficioso.
Una mejor protección para 50 000 habitantes
Gracias al proyecto cofinanciado por la COSUDE, también se ha construido medio centenar de obras de protección contra las inundaciones, garantizando la seguridad de cerca de 50 000 habitantes. Asimismo, unos 42 técnicos de las unidades municipales responsables de la prevención y la gestión de desastres han recibido formación para gestionar los riesgos de desastres.
Por todos es sabido que los más pobres son las principales víctimas de los desastres naturales. En ese sentido, la intervención de la COSUDE en Nicaragua para mejorar la seguridad de las poblaciones de montaña ha supuesto un paso eficaz hacia una mayor justicia social.