Honduras

Fernando, de 16 años, siguió una formación de peluquero en la región de San Pedro Sula. © COSUDE

Fernando, peluquero

«En mi familia, somos diez: cinco hijos, tres sobrinas y sobrinos, mi padre y mi madre. Mi madre y una de mis hermanas trabajan en el servicio doméstico. Otra de mis hermanas trabaja en una fábrica. Mi padre no trabaja. Él bebe mucho. En casa, hay muchos problemas y a menudo no tenemos nada que comer.

No terminé la escuela primaria. Mi madre me retiró de la escuela para que mi hermana también pudiera asistir a ella algunos años. Cuando era pequeño, pasaba mucho tiempo en la calle. La calle no es una buena experiencia. Mis amigos se desviaron del buen camino y algunos fueron asesinados debido a las rivalidades entre las bandas. En el barrio, muchos jóvenes salen armados. Incluso los más valientes tienen miedo.

Cuando oí hablar de los cursos de formación, me inscribí porque quería abandonar la calle. Se podía elegir entre ser mecánico de motos o peluquero. Yo opté por peluquero. Desde que asisto al taller de INFOP, no volví a pasar hambre: busco a alguien a quien pedir prestada una maquinilla y la gente me paga [por mi trabajo]. Cuando mi madre me pregunta de dónde saco el dinero, le respondo que he estado cortando pelo y ella se ríe. Me gustaría encontrar un trabajo y mostrarle a mi familia que puedo ganarme la vida honestamente.

El pasado diciembre, tuve el honor de trabajar en la mejor peluquería del barrio y me pagaron 420 lempiras (20 CHF). En el futuro, me gustaría trabajar en un salón de peluquería, comprarme cosas, ayudar a mi madre a construir la casa y luego abrir mi propia peluquería. Si me lo propongo, sé que lo conseguiré".

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